Encontrar el equilibrio entre entrenar duro, no excederse con los sobreesfuerzos y cuidar nuestra recuperación es crucial para evitar consecuencias negativas.
En la práctica deportiva es frecuente aumentar el estrés físico con el fin de progresar en las marcas personales. Esto se consigue incrementando la frecuencia, duración o intensidad del ejercicio, o bien disminuyendo el tiempo de recuperación entre cada serie, cada ejercicio o cada sesión de entrenamiento. De esta manera, el deportista se somete a una actividad estresante que le permite abandonar lo que algunos autores denominan “zona de confort”, aquella zona en la cual un sistema ya se encuentra adaptado, para mejorar el rendimiento. Es por todos sabido que, por ejemplo, sin someter el organismo a nuevos ejercicios o mayores intensidades no tiene lugar la hipertrofia o crecimiento muscular. Para alcanzarlo, hay que intentar aproximar al organismo a su límite, sometiéndolo a ejercicios nuevos o aumentando la duración o la intensidad del ejercicio. Si no hay esfuerzo, no hay mejora.
Sin embargo, un sobreesfuerzo no es recomendable y puede derivar en consecuencias fatales. Para evitar llevar al organismo a unos extremos inadecuados, el deportista debe aprender a conocer perfectamente cuáles son sus límites y hasta dónde puede llegar. Por otro lado, debe intentar que durante los periodos de descanso –que varían entre cada deportista, cada modalidad deportiva y cada objetivo individual– su recuperación sea óptima con el fin de evitar la aparición de una fatiga crónica, o un síndrome de sobreentrenamiento, que podría llevar al deportista a necesitar varias semanas o incluso varios meses de disminución o cese completo de su actividad física para alcanzar una completa recuperación y poder volver a entrenar (Derman, Schwellnus, Lambert, Emms, Sinclair-Smith, Kirby & Noakes, 1997).
Este síndrome de sobreentrenamiento está caracterizado por una sensación de “piernas pesadas”, incremento del pulso en vigilia, ausencia de motivación, disminución del disfrute durante la práctica deportiva, desórdenes del sueño, aparición de dolor en huesos y músculos, pérdida de peso, depresión, disminución de la libido y ausencia de la mejora del rendimiento físico cuando hay un aumento del esfuerzo durante el entrenamiento (Derman et al, 1997). La fatiga crónica que deriva de un sobreentrenamiento no sólo afecta al deportista en el ámbito del deporte, sino que puede repercutir en los demás aspectos de su vida, como el trabajo o la actividad social.
Para evitar la aparición de este cuadro característico, lo más importante es conocerlo, saber detectarlo y, sobre todo, aceptarlo. Además, se recomienda establecer un reparto proporcional entre el esfuerzo realizado y la adopción de un conjunto de medidas que tienen como objetivo principal favorecer una recuperación rápida y completa. Para ello, es importante alcanzar un sueño de suficiente cantidad y calidad, tener una vida emocionalmente satisfactoria y adoptar una nutrición completa. En el deportista un aporte equilibrado de macronutrientes, vitaminas, electrolitos y agua será fundamental para la recuperación. Con Totum Sport aportamos todos los minerales y electrolitos necesarios para un correcto funcionamiento deportivo y una óptima recuperación.
Bibliografía:
Derman, W., Schwellnus, M.P., Lambet, M.I., Emms, M., Sinclair-Smith, C., Kirby, P., & Noakes T.D. (1997). The “worn-out athlete”: A clinical approach to chronic fatigue in athletes. Journal of sports sciences, 15, 341-351.